lunes, 12 de marzo de 2018

"Ramayana" fragmento, Valmiki, poeta indio. (Octavo básico)

[…] Diez mil elefantes, equipados siguiendo todas las reglas, seguían a Bharata en su marcha; Bharata, delicia de la raza de Ikshwakú. Sesenta mil carros de guerra, llenos de arqueros bien pertrechados de proyectiles seguían a Bharata en su marcha; Bharata, el hijo del rey de las fuerzas poderosas. Cien mil caballos montados por sus caballeros, seguían a Bharata en su marcha; Bharata, el hijo del rey y el descendiente ilustre del antiguo Raghú.

El rey de los Nishadas, a la vista de tan numeroso ejército llegado a las orillas del Ganges y acampando allí, dijo estas palabras a todos sus parientes: “Ved por todos los ámbitos un gran ejército; no veo donde termina; tan extendido está en tan inmenso espacio. ¡No cabe duda de que es el ejército de los ikshwakidas porque distingo, en uno de los carros, una bandera con su emblema, un ébano de las montañas. ¿Irá a cazar Bharata? ¿Querrá coger elefantes? ¿O vendrá a destruirnos?

¡Ay! ¡Sin duda, con el objeto de afianzar su corona, corre con sus ministros a inmolar a Rama que Dazaratha, su padre, ha desterrado a los bosques! Rama, el dazaráthida, es mi señor, mi padre, mi amigo, mi guía. Por defenderle voy a correr hacia el río Ganges”. En seguida el rey Ghuá tuvo consejo con sus ministros, que sabían orientarle muy bien. Ghuá llevó consigo regalos, pescados, carne, licores espirituosos y fue a encontrar a Bharata.

Cuando estuvo ante él, inclinándose, le dijo: “Este lugar está, como quien dice, deshabitado y desprovisto de cosas necesarias; pero no lejos de aquí vive tu esclavo. Dígnate habitar su casa, que es la tuya, puesto que es la de tu servidor. Pero ¿no vienes como enemigo para atacar a Rama, el de los brazos infatigables? En efecto, tal como veo a tu imponente ejército, excita mi inquietud”.

Bharata, puro como el mismo cielo, con voz muy dulce le respondió así a Ghuá: “¡Jamás llegue a suceder eso! ¡Lejos de mí tal infamia! Marcho con el afán de sacar de los bosques en los que habita a ese vástago de Kakutsha; ningún otro pensamiento debe penetrar en tu espíritu: la palabra que te digo es la pura verdad”.

Con el rostro resplandeciente de placer por las palabras de Bharata, el rey de los nishadas respondió así al causante de su alegría: “¡Feliz tú! No veo en toda la faz de la tierra a un hombre parecido a ti, que quiere rechazar un imperio que ha caído en sus manos sin el menor esfuerzo”.

Valmiki. (1959). Ramayana. Barcelona: Editorial Iberia. (Fragmento).

Debes traer este texto impreso o descargado en tu celular

No hay comentarios:

Publicar un comentario